Hoy nos hacemos eco del precioso poema de Eulalia Álvarez. Un poema que nos ha entregado como un “S.O.S.” por un motivo claro: “Quiero manifestar que me sumo a la demanda social de poder elegir con la Libertad la Educación de mis hijos. Como docente quiero mostrar mi apoyo a la Educación CONCERTADA, a los Centros de EDUCACIÓN ESPECIAL, así como a Fundaciones, Asociaciones, Federaciones... y aplaudir la esencial e imprescindible labor que realizan. Alcemos la voz para impedir que supriman estos últimos en nuestro país como parece posible”. Gracias Eulalia; alcemos la voz de todos los que tenemos el derecho a demandar una educación, más plural, más igual y más libre.
El pasado jueves, 29 de octubre, celebramos una asamblea extraordinaria de directores y presidentes de AMPAS de centros de Escuelas Católicas de Madrid en la que tuvimos ocasión de abordar el proyecto de LOMLOE y la grave amenaza que supone este proyecto para las libertades educativas. Igualmente, se presentaron algunas iniciativas concretas a desarrollar por los centros como parte de la campaña “más plurales, más libres, más iguales”.
Uno siempre imaginó que el líder, el gobernante, el responsable de equipos, tendría siempre a mano una brújula que le marcara el camino, que le orientara en sus decisiones. Así, uno de los puntos cardinales serviría de referencia para conformar sus políticas, pudiendo los gobernados conocer el porqué de sus posicionamientos y el rumbo de sus acciones.
Eulalia Álvarez es escolapia desde niña y exprofesora del colegio Gamo Diana (Madrid). Acaba de estrenar con mucha ilusión un blog con sus poemas. Con su permiso nos gustaría reproducir uno de ellos, dedicado a las víctimas del Coronavirus, que se titula Carta a la Primavera. Gracias por esta nueva fuente de inspiración, Eulalia.
A ver, voy a ser muy rápido, escribiendo palabras como si de un excell se tratara, por que se persigue eso: que tras cada palabra, haya un significado; un significado veraz. Y que al final, todo cuadre. ¡La importancia de la semántica, vaya! Porque no se trata de trilerismo; no se trata de prestidigitación... Se trata de llamar a las cosas por su nombre, y más si lo hacemos en un contexto dramático como el que vivimos, que exige por nuestra parte, cuando menos, la máxima honestidad moral e intelectual.