El pasado jueves, 29 de octubre, celebramos una asamblea extraordinaria de directores y presidentes de AMPAS de centros de Escuelas Católicas de Madrid en la que tuvimos ocasión de abordar el proyecto de LOMLOE y la grave amenaza que supone este proyecto para las libertades educativas. Igualmente, se presentaron algunas iniciativas concretas a desarrollar por los centros como parte de la campaña “más plurales, más libres, más iguales”.
En estos momentos, hay que hacer un pequeño alto en el camino y tomar plena conciencia del retroceso que para la libertad de enseñanza comporta el proyecto de ley. Son muchas las dificultades. La pandemia hace mella en nuestra capacidad de reacción. Vivimos, si se me permite la expresión, un tanto “noqueados” ante la catarata de informaciones, el desconcierto de la clase política y la imposibilidad de llevar una vida normal. La “nueva normalidad” es un eufemismo que esconde el drama de una sociedad golpeada por la pérdida de seres queridos, el deterioro económico para muchísimas familias, y el miedo, que nunca es buen compañero de viaje.
En el caso de los centros educativos se añade la responsabilidad de cumplir con unos protocolos que exigen una reorganización y una atención constantes, y desgastantes. En este contexto, una reforma educativa podría parecer, especialmente para los padres y madres, una gota de agua en el océano, cuando en realidad es el océano mismo por el que navega el barco de nuestros centros. Ciertamente, mientras nos afanamos con el gel hidroalcohólico y la ventilación, podemos perder la perspectiva de que nuestro centro navega hacia la tormenta de una reforma que nos podría hacer naufragar. Y el momento de la reacción, de virar el rumbo, de concienciar y actuar, es ahora. Porque, incluso en el caso de una Ley adversa, al menos dispondremos de una tripulación, nuestra comunidad educativa, dispuesta y prevenida para afrontar la tormenta y vencerla.
Hay que despertar, aparcar por un momento el monotema pandémico, el ensordecedor barullo político, hablar con nuestros padres y profesores, concienciarles y movilizarles con propuestas sencillas y concretas que puedan secundar. Y contar a la sociedad el trabajo que se hace en los centros, y la realidad de la escuela católica y concertada.
Que estos días de merecido descanso reponga las fuerzas y, con la ayuda de todos los Santos, nos impulse a afrontar con energía las acciones de esta campaña y lo que resta de trimestre.
José Antonio Poveda
Secretario regional de ECM