Eulalia Álvarez es escolapia desde niña y exprofesora del colegio Gamo Diana (Madrid). Acaba de estrenar con mucha ilusión un blog con sus poemas. Con su permiso nos gustaría reproducir uno de ellos, dedicado a las víctimas del Coronavirus, que se titula Carta a la Primavera. Gracias por esta nueva fuente de inspiración, Eulalia.
A las Víctimas del Coronavirus
Dicen que suspira y llora;
dicen que sigue llorando;
cuentan recibió una carta
con remite del Verano
sin usar redes sociales:
letra negra y papel claro.
Mi querida Primavera:
Qué lento vas caminando
porque te pesa el dolor
y él ralentiza tus pasos.
Vas salpicando colores
en los valles, en los prados,
en senderos y en jardines
sin olvidarte del blanco;
pero tus lágrimas caen
al ver lo que está pasando.
¡Qué negro lo vemos todo
cuando estamos desolados,
se impone la realidad
y el mal parece ganarnos!
Sin trajín en las ciudades,
sin un alma por los barrios,
las plazuelas sin sus niños,
los bancos sin sus ancianos,
cumpliendo los protocolos,
en las casas confinados,
procesionando los días
sin besos y sin abrazos…
dicen que llora en silencio;
dicen que sigue llorando.
Unidos en la distancia,
en cercanía, separados,
el wifi del corazón
sabrá cómo conectarnos.
El civismo ha de seguir
responsable y solidario
afrontando las premisas
que la tragedia ha marcado.
No frenamos la pandemia,
crecen los damnificados,
se colapsan hospitales
y el personal sanitario,
sin protección, pone en riesgo
su salud para salvarnos.
Cada noche en los balcones
sus merecidos aplausos,
sumando a otros colectivos
y a las Fuerzas del Estado.
Dicen que llora y suspira;
dicen que sigue llorando
y no se aviene a razones,
lo peor aún no ha pasado.
Aires de incienso y romero
con balcones bien cuajados
de azucenas, de jazmines
y pelargonios rosados,
presumiendo sin pudor
de ser bellos y galanos,
preparan sus colgaduras
para enaltecer los Pasos.
El infortunio, tozudo,
se obstina y aún no ha cesado.
Toque de tristeza y duelo
repica en los campanarios.
Se suceden funerales
sin dar tregua ni descanso;
se marchan en soledad
sin ni siquiera velarlos
nuestros seres más queridos,
los que tanto nos amaron.
Ha muerto Dios en la Cruz
y no puedo acompañarlo;
ni María en la Madrugá
fue a su Encuentro el Viernes Santo;
ni salen los nazarenos,
ni una saeta ha sonado,
siguen guardados los Tronos
en los templos este año.
No ha habido Feria de Abril,
ni las Fallas se han quemado,
ni San Isidro en Madrid,
tampoco la Cruz de Mayo…
La Primavera prosigue,
en su espejo se ha mirado;
se ha ido viendo reflejada
en las flores, en las campos,
en aromas desprendidos
y hasta en la aves trinando.
Comentan que ha sonreído;
hoy dicen que no ha llorado.
Piensa en ceder el testigo,
entregar la antorcha en mano
y que esa llama ilumine
a su querido Verano.
Aprendamos la lección,
el vivir no tiene ensayos.
No perdamos la esperanza,
por nuestro bien, resistamos.
Eulalia Álvarez (pincha aquí par acceder a su blog)