Recientemente, un buen amigo, sensibilizado con todos los asuntos concernientes a los derechos y libertades de los ciudadanos y, muy especialmente, con la libertad de enseñanza, me reconoció con gesto escéptico, su sospecha de que "las movilizaciones ciudadanas programadas para evitar los nocivos efectos de la futura LOMLOE, no iban a servir de nada". Tras formularme tal manifestación, y antes de que yo le contestara, se precipitó a añadir "bueno, sí; por lo menos habéis conseguido que la Comunidad de Madrid os blinde". "¡Error!", le contesté.
Tengo antiguos alumnos y alumnas de ideas muy diferentes y de variados signos políticos. Con muchos de ellos tengo aún una relación muy cercana, aunque no podamos vernos demasiado a menudo. Guardan un recuerdo entrañable de su colegio ya sean creyentes, ateos o indiferentes. Se sintieron a gusto, recuerdan con aprecio a los profesores por su cercanía e incluso sienten nostalgia de muchos momentos vividos en su colegio salesiano. Cada uno tiene su forma de pensar, sus convicciones y sus ideas. Cuando oigo ante el debate generado por la nueva ley de educación que algunos dicen que de lo que se trata es que queremos "adoctrinar" desde mi experiencia tengo que decir que, visto el pluralismo de pensamiento de mis antiguos alumnos, ese supuesto adoctrinamiento lo debemos hacer muy mal a tenor de los resultados.
Hace gracia, sino fuera dramático que el gobierno se empeñe en explicarnos que lo que dice la ley Celaá es lo contrario de lo que dice la ley Celaá. Es un juego de locos… pero en eso se basa la mentira, en decir lo contrario de lo que se piensa con intención de engañar, y además repetirlo muchas veces. Este es el Ministerio de la Verdad, descrito por Orwel en 1984.
Érase una vez un pastor por el monte solo, lei, odolei, odolei iu y donde digo pastor, digo ministra de Educación, y donde pone monte, léase mundo educativo. El lei, odolei… no es más que esa cancioncilla desinteresada y sin sentido que se cuela en todos los cuentos y que no hace falta aclarar, ¿no?: odoLEY, odoLEY…, pues eso.
Cuando hablamos de libertad de enseñanza pensamos, normalmente, en la realidad de los conciertos educativos como fórmula para facilitar la libertad de elección de escuela por parte de las familias. Y nos quedamos ahí. Nada menos; pero quizá debiéramos añadir ¡nada más! Y sí; hay mucho más.