Para quien no lo sepa, hoy por primera vez en la historia se celebra el Día Mundial de la Educación Católica; pero yo, personalmente, creía que ese día ya existía… ¡Hombre por Dios!, pero cómo no iba a existir un día dedicado a una educación centenaria, pionera, inclusiva y determinante en la formación personal y profesional de millones de personas, gracias a la cual se concibe un sistema educativo más plural, más igual y más libre (como rezaba el lema contra una ley que fíjate si la considera fuerte que se la quiere cargar), pues no. No existía.
Todavía inmersos en la intensa resaca electoral suscitada tras la histórica jornada del pasado martes, nos desayunamos hoy con una de esas noticias que generan perplejidad, desconcierto e, incluso, un cierto escepticismo acerca de la condición humana. Según el diario ABC en su edición de hoy, “Más Madrid pidió quitar los lazos naranjas de la concertada de los colegios para desviar votos”.
La revolución que la educación está sufriendo en los últimos años no se ha detenido con el Covid; más bien ha aumentado, porque ha sido necesario dar respuestas educativas urgentes y rápidas a la dura realidad. Pero aún quedan muchos temas pendientes en la revolución educativa. Uno de ellos es la renovación del currículo, tanto en las etapas obligatorias como en las postobligatorias.
Se cumplen casi tres meses desde la publicación de la nueva ley orgánica de educación. Efectivamente, desde el 30 de diciembre, la LOMLOE establece el marco en el que ha de desenvolverse la educación en nuestro país. Un marco legal que, como ya hemos manifestado reiteradamente, limita derechos, recorta libertades y desprecia calidad. Sin duda, un mal paso para la comunidad educativa y para la sociedad española. Un mal paso para la libertad, que se ve acechada por esta norma y, lo que es peor, por sus desarrollos reglamentarios o sus aplicaciones en las comunidades autónomas.
Ha pasado un año desde el inicio del confinamiento que todos hemos sufrido.
Más allá de lamentarnos por todo lo que hemos perdido en este año y las negativas consecuencias, de todo tipo, que vamos a soportar durante los próximos años, hemos de levantar la cabeza y preguntarnos qué hemos aprendido durante estos doce meses.