Todavía inmersos en la intensa resaca electoral suscitada tras la histórica jornada del pasado martes, nos desayunamos hoy con una de esas noticias que generan perplejidad, desconcierto e, incluso, un cierto escepticismo acerca de la condición humana. Según el diario ABC en su edición de hoy, “Más Madrid pidió quitar los lazos naranjas de la concertada de los colegios para desviar votos”.
Más allá de la estupefacción que produce la extraña forma de reaccionar de ciertos partidos políticos que han perdido estas elecciones de forma ostensible (olvidan toda autocrítica y se afanan en buscar “chivos expiatorios”), creo sinceramente que esta extraña y extemporánea actitud denunciando colegios durante la propia jornada electoral, añade valor, precisamente, a lo que implica el dichoso lazo naranja: la libertad de enseñanza como factor que moviliza el voto.
Ciertamente, la campaña de Isabel Díaz Ayuso, flamante ganadora por goleada histórica de estas elecciones, ha tenido básicamente tres ejes que han encendido conciencias y seducido voluntades: la libertad de comercio y movimiento de las personas; la contención tributaria que exige mesura en el gasto público; y la libertad de enseñanza, con el consiguiente respeto a la enseñanza concertada y a la educación especial.
O lo que es lo mismo: que la gente ha votado la opción que, además de la caña y los berberechos, ha manifestado de forma inequívoca su compromiso con la defensa de la libertad educativa y de todo lo que ella trae consigo. O sea, que eso de la concertada y de la educación especial, a juzgar por los resultados electorales, parece que da y quita votos: lo da a los que la defienden, y lo quita a quienes la atacan.
Conclusión: Señor Errejón y su Más Madrid, yo que usted dejaría de atacar los lazos naranjas y, conociendo su valor, me pondría mejor a defender lo que significan o, al menos, a no agredirlo… porque ese lazo vale mucho.
Emilio Díaz
Responsable de Comunicación y Relaciones Institucionales de ECM