Dos cafés muy calientes y alboroto en el bar; también sirven un “derby”. Al otro lado del ventanal, gris implacable y frío, simplemente otoño…
- “Buscamos perspectivas; horizontes definitivos, fiables. Necesitamos vivir y enseñar a vivir”. (Steph, mi amiga es educadora de vocación y su corazón inquieto e inteligente está siempre en primavera)… “Fracasa el COP25 y sigue cayéndose el planeta; las organizaciones políticas y sus pactos inquietan; persisten las injusticias, dolor y pobrezas. Y seguimos soñando infinitos, felicidad; repitiendo `salvación´ y `la Navidad´… José Antonio, ¿qué es la Esperanza?, porque colegios y educadores cristianos podemos y debemos educar en ella y desde ella”.
1. Esperar es una dimensión esencial de la vida. El ser humano es un ser de futuro; dejar de esperar es dejarse morir… La esperanza cristiana es la actitud creyente ante el porvenir, el futuro. Los cristianos deben dar razón de su esperanza, impidiendo que se confunda lo penúltimo con lo último… Junto con la fe es la perspectiva en la que se coloca el cristiano.
2. Los contenidos de la esperanza cristiana consisten en el modo de entender el “fin de la historia” como plenitud y realización de este mundo y vida, de la existencia; hablan de un “Reino” ya implantado que se consumará después; y se resumen en el encuentro con Alguien transcendente, Jesús, que se manifestará al final y dejará todo transformado… La esperanza nace de la fe o confianza en Dios; se fundamenta en la resurrección de Jesús; y termina con la participación en la “vida nueva” de Jesús, con los “cielos nuevos y tierra nueva” y la “vida eterna”…
Y sus rasgos y actitudes: Se trata de un esperar activo y comprometido. El Reino es tarea, realidad a construir. El creyente lucha contra la injusticia, odio, deshumanización; trabaja por liberar del sufrimiento; trata de configurar este mundo al futuro… De un esperar realista y confiado. El creyente sobrelleva con ánimo y paciencia las dificultades. Porque la realidad está en construcción… Y de un esperar contra toda esperanza. Inconformismo. El creyente no se conforma con este mundo tal como está. La esperanza le inquieta y obliga a renovar o cambiar. El que no hace nada por cambiar la tierra, no cree en el cielo porque ve como definitivo este mundo. El creyente es fiel a esta tierra y no desespera de lo verdaderamente humano; busca la realización total de esta tierra y no se conforma con el mundo tal como es. El creyente espera que el fin de la historia alcanzará su cumplimiento y la creación será transfigurada. La esperanza cristiana se preocupa por perfeccionar esta tierra.
Por eso, vivir la esperanza es: a) No decir jamás que no hay nada nuevo bajo el sol y buscar nuevas soluciones. b) No dormirse en las cómodas perezas y concebir la vida como un camino a marcar. c) No negar el dolor o mal y saber que la liberación puede llegar en cada momento. d) No esperar la victoria como regalo de Dios y luchar por ella con su ayuda. e) No justificar el sufrimiento y la injusticia y luchar contra ellos. f) No creerse en la cima del bien, verdad o belleza y bajar al valle del diálogo con el mal. g) Ni creerse el único peregrino y ofrecer el cayado, mano y corazón a los que marchan al lado. h) No caer en la tentación del “tener” y centrarse en el “ser”. i) No maldecir el mundo porque el propio esfuerzo lo está cambiando. j) Y no temer a la muerte porque el peregrino es un profeta siempre en camino hacia una patria a la que vuelve…
3. Hay no creyentes que luchan también para que la historia cambie. La esperanza cristiana debe aliarse y dialogar con los proyectos utópicos y compartir sus herramientas…; puede y debe suscitar en el entorno la sospecha y añoranza de otro mundo real y mejor, transcendente, criticando la inmanencia…; tiene que compartir programas correctos de actuación sobre la realidad con “los modelos laicos de futuro” … Se ha de hacer visible que la salvación es real para este mundo y la historia.
4. La diferencia entre la esperanza cristiana y la simplemente humana radica en que el cristiano rechaza la presunción de la lucha por realizar la historia en un momento determinado de la misma. Y sabe que las metas que logramos los hombres son penúltimas, sólo provisionales. Por eso no se identifica con cualquier movimiento transformador y sabe relativizar esas esperanzas limitadas orientándolas hacia el futuro último del mundo y del hombre.
José Antonio Zazo
Profesor de Filosofía y Teología