Ha pasado un año desde el inicio del confinamiento que todos hemos sufrido.
Más allá de lamentarnos por todo lo que hemos perdido en este año y las negativas consecuencias, de todo tipo, que vamos a soportar durante los próximos años, hemos de levantar la cabeza y preguntarnos qué hemos aprendido durante estos doce meses.
Entiendo perfectamente la intención del Gobierno en materia educativa y, precisamente por eso, entiendo su discurso y su ley tan meticulosamente atada a la Constitución que más bien la amordaza. Más o menos al estilo en el que se viene haciendo todo en esta legislatura que, sí, tranquilos, pasará a la historia, pero de las historietas. De momento, un saco de cemento y una ministra calista que ha urdido tan bien, tan bien el plan que ha convertido el cuento en un thriller no apto para toda la familia, es más, no apto para ninguna familia.
El día 21 de enero de 2021 celebramos el II Encuentro de coordinadores de convivencia virtual. A pesar de la situación actual con motivo del COVID-19, no queríamos dejar pasar este curso sin propiciar un momento de encuentro, y de compartir, precisamente, buenas prácticas que han puesto en marcha los centros para fomentar un buen clima de convivencia y cultura de paz en este contexto tan complicado y especial.
Nuestro Madrid, tremendo, poderoso y vasto, tan a salvo, tan protegido por su manto de asfalto que por más que asome la cabeza para verse mejor no hay extremo climatológico que no burle con chulería, ¡pum!, como si se hubiera colado en la canción de Silvio Rodríguez, se ha borrado de pronto por un disparo de nieve y debajo, ¡cuidado rama! debajo, los madrileños pico y pala entendiendo que eso de estar tan pegados al cielo algún riesgo tenía que tener…
Ruido, irritación, tensión, palabrería, tensión, humo, más humo, fragilidad, levedad, inmediatez, superficialidad...
Sí, vivimos momentos de todo eso. Tiempos de rapidez e insustancialidad. Tiempos de bronca. Tiempos de visceralidad...