Se acerca el día de la festividad de Todos los Santos. Una fiesta importante con la que, según nos recordaba José Antonio Poveda en su reciente circular de 28 de octubre, "la Iglesia nos recuerda la llamada de cada cristiano a la santidad. En definitiva, a cultivar la amistad con el Señor Jesús y dar testimonio de su amor a nuestro alrededor..."
Una fiesta que vinculamos a los Santos que nos ayudan con su ejemplo; pero también a los seres más o menos cercanos que nos han precedido en esta vida y que nos han regalado su sacrificio, su sonrisa, su alegría, su amor...
Como decíamos hace un año en este mismo blog, en dos entradas de lectura muy recomendable denominadas "La teoría de la efusibilidad... (o qué fácil es la expansión cuando nada ni nadie lo impide)" y "Trick or Treat? ¡Buh-ñuelo!", son muchas las influencias foráneas que, con fuerza inusitada, nos empujan a celebrar este día asumiendo y ejercitando prácticas que guardan escasa o nula relación con este dulce y profundo sentimiento... Con ese recuerdo a las personas que dieron contenido a partes importantísimas de nuestra vida. Unas prácticas que se enmascaran en esqueletos andantes o entes sobrecogedores para distraernos de la memoria de los que no están ahora con nosotros, pero que siguen y seguirán estando siempre protegiéndonos desde allá arriba y acompañándonos con el recuerdo de su testimonio y su ternura.
José Antonio nos propone en su circular que, como escuelas cristianas, revivamos ese sentido de la fiesta, de una fiesta esencialmente alegre y agradecida. Para ello, sugiere una serie de enlaces con ideas que pueden ser interesantes. Es el caso de la Diócesis de Madrid; o de la Diócesis de Ceuta y Melilla; o por ejemplo, del Seminario Diocesano de Ciudad Rodrigo. Seguro que los propios centros tienen otras propuestas que pueden preservar ese momento de serena y alegre reflexión acerca de los ejemplos de santidad que nos hacen más grandes, más plenos, más dichosos... y que encontramos no sólo en los santos de la Iglesia, sino en esos otros santos que hemos tenido cerca de nosotros, y que nos han regalado y siguen regalando tantas y tantas cosas.
En definitiva, que la festividad de Todos los Santos sea un maravilloso motivo para el recuerdo sereno; para la oración profunda; para el agradecimiento sincero... Y que, como decíamos hace un año en uno de los post antes sugeridos, logremos evitar que "el estertor de la carcajada hueca desplace la sonrisa entrañable que nos origina recordar a un ser querido y dar gracias por la inmensa dicha de haber compartido con él nuestra vida". Un maravilloso día para agradecer lo que, durante un tiempo, compartieron generosamente con nosotros esos amigos, familiares, maestros..., que forman parte de nuestra vida y de nosotros mismos, y que nos siguen cuidando desde allá arriba, haciéndonos más conscientes de que el amor que han sembrado en nosotros les hará eternos...
Que este 1-N, día de Todos los Santos, sea un día de felicidad y de gratitud... Un día que arranque de nosotros y de nuestros alumnos, una profunda, sincera y entrañable sonrisa.
Emilio Díaz
Responsable de Comunicación y Relaciones Institucionales