Enésima ofensiva. Recientemente, y con el impulso de la escuela de negocios ESADE, se ha publicado un nuevo y controvertido estudio titulado “El coste del acceso a la escuela concertada en España. Las cuotas que pagan las familias y sus causas”. En él que se analiza el sostenimiento económico de los centros concertados y la participación de las familias en su financiación. Un estudio dirigido por especialistas de la propia escuela y que, por qué no reconocerlo, presenta elementos interesantes y clarificadores, junto con otros que necesitan una mayor contextualización y explicación, para llegar finalmente a unas conclusiones que, en muchos casos, son erradas y propician titulares de prensa sesgados y sensacionalistas.
Un texto que, como ciertas novelas de intriga mal resueltas, tienen un buen inicio, con un buen planteamiento de objetivos y procedimiento; un complejo y largo nudo, que a veces parece que se enreda contrariando los objetivos perseguidos; y un precipitado y decepcionante desenlace, alejándose definitivamente de lo expresado en el inicio y concluyendo a la ligera muchas de las intrigas planteadas a lo largo del texto. En fin, un estudio interesante en muchos aspectos, pero superficial y precipitado en otros, propicio para ser pasto de la manipulación de ciertos medios a los que esto de la libertad de enseñanza les resulta antipático, vaya usted a saber por qué.
Hasta aquí, todo bien. Nada nuevo bajo el sol, más allá de la decepción producida por comprobar que la prestigiosa escuela, y los hasta ahora acreditados autores del informe, son capaces de enfocarlo y, sobre todo, concluirlo de forma tan grosera. Aun así, bienvenida la rectificación de ESADE que, aunque tarde y mal y tras haber hecho el daño, se ha desdicho de sus manifestaciones sobre “cuotas ilegales” y otros extremos. Tarde, pero se agradece. Lo mismo respecto de las notas aclaratorias firmadas por las organizaciones empresariales del sector. Todo ello está a disposición en la página web de ecatolicmadrid.org.
No obstante, conviene centrarse en lo importante que, como se ha indicado en la presente editorial, sí que aparece en el estudio. Hablamos de la financiación pública de la escuela concertada, es decir, del módulo económico de conciertos. Y es que el propio informe destaca, de forma clara, la insuficiencia de dichas cantidades establecidas por el Estado y las distintas Comunidades Autónomas para el mantenimiento digno de los centros educativos, de sus instalaciones y del personal no docente. Es decir, un informe que ha sido utilizado, de forma aviesa, para hablar de cuotas y no de donaciones, y para sentar la acusación de escuela segregadora, parte de la base de reconocer que lo presupuestado por los poderes públicos para el concierto educativo permite a los centros pagar la luz, la calefacción o la conserjería y limpieza hasta el día 15 de cada mes, viéndose obligados a buscarse la vida los quince días restantes.
Harían bien los de los titulares sensacionalistas en centrar el problema, y no disparar con ametralladora a un sector que aporta pluralidad, calidad y equidad a la educación. Y harían muy bien en sumar esfuerzos para que el módulo de conciertos se dignificara y permitiera pagar la luz hasta cada día 31, porque si sólo se paga hasta el 15 de cada mes… Por cierto, aprovechemos para señalar que el incremento del 15 por ciento (en cómodos plazos de tres años) establecido por la Comunidad de Madrid está prácticamente subsumido por la evolución acumulada del IPC y por el déficit endémico del módulo.
En definitiva, que no; que no hay cuotas; que no han precios establecidos fuera del marco del concierto; y que no hay segregación. Como tampoco la energética de rigor cobra la luz sólo quince días, porque tiene la mala costumbre de cobrar todo el mes. Y por supuesto, señores: no son cuotas. No confundan.
Emilio Díaz
Secretario regional de ECM