Ahora en los colegios tenemos el problema de las pantallas. Pantallas que sí, pantallas que no y, claro, está cayendo el chaparrón: los padres rebelados, los colegios desconcertados y los alumnos, habitantes de la pantalla, sin azúcar, ni turrón, mientras su mundo crece y crece dentro de sus doce pulgadas.
Recuerdo una foto antigua, muy antigua, tanto que a veces pienso que lo soñé, de cuando se puso de moda el periódico de papel, y en ella, todos los pasajeros de un tranvía iban ensimismados leyendo el periódico, sin hablar, ni comunicarse y el titular decía “El gran problema de la tecnología”. Aquellos habitantes del papel, hoy nuestros bisabuelos, empezaron a verle las orejas al lobo y ahora llueve sobre mojado, con la diferencia de que el periódico nace y muere en el mismo papel y las pantallas llegan a lugares insospechados y, a veces, muy hostiles. Por eso, digitalizar el aprendizaje nos da tanto miedo y, sinceramente, creo que es bueno que nos lo de. Pero lo que no se puede hacer es ir a contracorriente, por mucho que nos hayamos acostumbrado al “Control Z”. Deshacer una sociedad construida, por más que nos pese y a mí me pesa, sobre cimientos binarios es como intentar vivir en Matrix, con la diferencia de que, en vez de pastilla azul, hay un letrero que reza “Libre de pantallas”.
Ojalá volviéramos al campo, a la correspondencia, a los tomates, al agua pura… pero durante un rato, porque lamentablemente no somos habitantes de la naturaleza, por más que estemos enamorados del término “natural”, y demasiadas cosas “naturales” nos acabarían matando. De momento, preocupémonos, porque las siguientes generaciones no añoren el término “digital”, cuidemos nuestro “entorno” con el mismo empeño con el que nuestros ancestros descuidaron el suyo, no vaya a ser que vayamos a peor (tenemos experiencia), mientras estamos ocupados pensando como escapar de aquí, y aprendamos a convivir con nuestra realidad. Estoy convencida de que se le puede sacar casi tanto partido como a un buen tomate de los de antes.
Graciela G. Oyarzabal
Departamento de Comunicación de ECM