Escuelas Católicas de Madrid

Un abrazo "dependentista"

Un abrazo "dependentista"

Yo ayer me preguntaba: “¿Cómo se hace a un español, no español?”, en un intento por concretar el problema, que por mucho contenido mediático que rellene, no es la ilegalidad del referéndum, ni la aplicación del Artículo 155, ni la actuación de las fuerzas y cuerpos de seguridad, que como maraña infinita frenan el debate de verdad: ¿Por qué un español quiere dejar de serlo? ¿Por qué un español no se siente español?

Eso es lo que las artimañas políticas y económicas han logrado conseguir. Y claro, no es fácil hablar de sentimientos, pero aquí todo el mundo pide diálogo. Diálogo por aquí, diálogo por allá, mientras unos españoles declaran la independencia y otros españoles colgamos banderas de España en el balcón. En realidad, si hacemos la labor reflexiva de ahondar en ese sentimiento y nos planteamos qué es ser español, al margen de tener un DNI que lo certifique, veremos que no hay nada que nos homogeneíce. Nada. Sin embargo, unos nos sentimos españoles “¡yo soy español, español, español!” y otros no. ¿De dónde nace ese rechazo? ¿Con qué intención? Porque al final el resultado es un lamentable enfrentamiento entre las personas, que son quienes en última instancia generan ese sentimiento de pertenencia a España. Y aquí la Educación que forma -¿deforma?- juega un papel crucial. ¿Se está educando en determinados lugares en el rechazo, el odio, o el resentimiento a España? Y me refiero a España como ente abstracto que no sabemos muy bien si incluye unas costumbres, una personalidad, un idioma o se limita a un grupo de políticos mayoritariamente situados en Madrid. En fin, en todo caso, un rechazo a algo difícil de delimitar, más impulsado por la víscera de quien se siente atacado, o incomprendido, que por la razón que requiere el tan exigido diálogo.

Quizá esa sea la clave de todo. Quizá sentirse español sea sentirse entendido; sentirse cómplice de quienes comparten contigo un país, y hoy el independentista es una animal herido, desgraciadamente fabricado, a menudo desde la escuela, por los intereses de quienes apenas piensan en los catalanes, para defenderse de gigantes tan altos como molinos. ¡”Pues son enormes y vienen hacia nosotros, Sancho”! Y entonces, no sé por qué, me viene a la mente el gesto que tuvieron los barceloneses en una de las múltiples manifestaciones que se desarrollaron tras los terribles atentados del 11-M. Nunca se me olvidará el grito unánime de aquellos catalanes: “Madrid, tranquilo, Barcelona está contigo”. En aquel momento, no había equipos de fútbol, partidos políticos, ni idiomas que nos separasen, solo personas que entendían el dolor de otras personas.

Igual la estrategia sea devolverles el gesto, y a todas esas personas que están sufriendo una situación complicada en Cataluña, piensen como piensen y sientan como sientan, mandarles un abrazo "dependentista".

Graciela G. Oyarzábal
Departamento de Comunicación

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