El bodrio de la LOMLOE merece muchos calificativos que no dejan en buen lugar a una Ministra que educó a sus hijas en colegio concertado católico. Es una muy mala ley, que se tramita a toda prisa, con “Covidad” y alevosía en medio de una pandemia desconocida, que está dejando el Pais irreconocible, como pronosticaba Alfonso Guerra.
El Castellano, ese idioma que formalmente deja de ser lengua vehicular en toda España, es muy rico en léxico. Buscando un termino que pueda definir este proyecto de Ley me encuentro uno que se ajusta como anillo al dedo: “frangollo”.
Según la RAE, “frangollo” es una cosa que se hace deprisa y mal. La verdad es que pocos términos podrían definir esta Ley con mayor precisión.
La ley se tramita a toda prisa. Efectivamente, lejos quedan los alegatos al consenso, al diálogo, el debate, la escucha y demás zalamerías cuando estaban en la oposición. Pero que dieron su resultado: la LOMCE se paralizó en algunos aspectos concretos para abrir un debate con la sana intención de llegar a grandes acuerdos. Ha sido cambiar el gobierno y quitarse el disfraz para aparecer el uniforme de conductor de apisonadora. El último movimiento ha sido adelantar la votación de la LOMLOE en el congreso al día 19 de noviembre, cuando estaba prevista para la semana del 23 de noviembre. Casualmente coincide con la autorización de la delegación de gobierno de Madrid de una manifestación en vehículo que tendrá lugar el próximo 22 de noviembre, en Madrid y en las demás capitales de provincia. Lo dicho, a toda prisa.
Y se hace mal. En las formas y en el fondo. Porque al deplorable desprecio a la comunidad educativa suprimiendo las comparecencias en el Congreso, y apostarlo todo a una ley de partido que durará lo que dure este gobierno, se une un fondo que no aporta nada nuevo, que regresa al año 2006, y que es tan solo una ley “anti”: subsidiariedad absoluta de la escuela concertada; pretensión de escuela pública única y excluyente; intervencionismo feroz; suplantación de la responsabilidad de las familias en la educación de sus hijos; sistema de caja única en la admisión de alumnos; cierre progresivo de los centros de Educación Especial; devaluación de los títulos académicos (el ascensor social); marginación o desaparición de la enseñanza religiosa; discriminación de la enseñanza diferenciada cuando el tribunal constitucional ya ha dicho que no segrega (no discrimina); eliminación de las oposiciones al cuerpo de inspección; establecimiento de una materia con fundadas sospechas de adoctrinamiento ideológico; y eliminación del carácter vehicular de la lengua castellana.
Oculta en el diccionario, emerge, casi en desagravio, un término que condensa en una sola palabra la celeridad y maldad de este proyecto de LOMLOE. Es un colosal y descomunal “frangollo”, talla XXL. Y de la mano viene su primo, el verbo “frangollar”: hacer algo deprisa y mal. Desde luego describe lo que ocurre estos días en el Palacio de la Carrera de San Jerónimo: el Congreso frangolla una ley de un Ministerio de Educación frangollado.
Jose Antonio Poveda
Secretario Regional EC Madrid