Uno de los países más fríos del planeta y, en cambio, nos hemos venido con todo el calor de la buena compañía, de ilusiones renovadas, de proyectos por hacer, de sueños por cumplir, y orgullosos de ser parte de una de las profesiones más bonitas del mundo: EDUCAR.
No hemos visto ninguna metodología innovadora o tan especial que nos haga replantearnos nuestra forma de trabajar. Pero sí que envidiamos, sanamente por supuesto, el concepto de educación que se respira en toda la sociedad finlandesa. La idea de “Educar para toda la vida”, que tantas veces nos repitieron, se respira en los colegios, que forman en materias más prácticas como cocina, economía doméstica o textil. Áreas en las que los alumnos ven claramente una aplicación práctica, “aprendo porque esto me va a servir”. Y también en los conceptos de materias más universales, como Matemáticas o Lengua, que insisten en afianzar una base sólida antes de lanzarse a ecuaciones imposibles o sintaxis complicadas.
El amor por los cuentos y no por aprender a leer. Eso viene después, de forma fácil y natural porque les impulsa el deseo de descubrir más historias por ellos mismos.
“Educar para toda la vida” se respira también en el propio sistema educativo. No todo está enfocado en conseguir un título universitario. La misma importancia tiene una formación más técnica o profesional. La igualdad de oportunidades, vengas de donde vengas, está presente en toda la educación. Y esa educación no termina cuando acaban la etapa “formativa”, sino que tienen esa inquietud por seguir aprendiendo, teniendo a su alcance un montón de titulaciones, cursos y tecnificaciones para desarrollarse en todos los ámbitos ya en la edad adulta.
Y, cómo no, hay que destacar la importancia de la música… Las lágrimas que brotaron de nuestros ojos al escuchar melodías cargadas de palabras en finés fueron la muestra de que la música llega hasta lo más profundo de las personas, comunica emociones, sea en el idioma que sea…un polideportivo lleno de alumnos sentados en el suelo, escuchando a un coro de adolescentes, fue una imagen que se nos quedará grabada para siempre. La Música, ese pilar fundamental que les hace ser más libres… con sus guitarras y ukeleles colgados de las paredes, sus baterías y cajas sordas para que todos puedan tocar, instrumental orff, darbukas por doquier y pianos por todos lados…desde en la entrada de cole, hasta el comedor…pasando por tantas y tantas clases… todo eso no era por casualidad. No, para ellos la música forma parte de su cultura y como tal es un pilar fundamental de su educación. Un pilar que sustenta el equilibrio emocional de sus alumnos.
Quizás una de las cuestiones que más envidiamos es la estabilidad de su ley educativa, estable durante más de 20 años y aprobada por todos a una. Ese consenso se respiraba por cada rincón donde había un sofá para leer o una estantería de libros junto a una tabla de planchar. De esa Confianza sí que creemos que deberíamos vestirnos, pero es un entramado que pasa por todos y cada uno de los miembros de la sociedad, una tela compleja que quizás ellos, por el frío de su ambiente, sí que han podido y sabido tejer.
Somos realistas: tienen infinitamente más recursos, materiales, económicos, personales, ... No aspiramos a recrear su sistema, porque nuestra sociedad y nuestras condiciones no son las mismas. Pero rescatamos su sentimiento de orgullo por ser maestros, su relación con la escuela, que sienten como su segundo hogar, (tanto que van descalzos o en zapatillas…:) su confianza en los alumnos, son capaces de mucho más de lo que pensamos si les damos más libertad en su forma de trabajar (en otros rincones diferentes, con otros compañer@S...) y les dejamos explorar su creatividad.
Por eso también nos venimos orgullosos de lo que hacemos. Porque teniendo mucho menos, conseguimos grandes cosas que creemos que no están tan lejos del referente finlandés.
Hemos visto paisajes increíbles y atardeceres que parecían durar más tiempo de lo habitual. Quizá en sus clases de tecnología hayan desarrollado un sistema para hacer permanecer más tiempo el poco sol que hay y dejar que tiña de naranja los lagos de espejo. Un sol precioso y frío. Pero no nos hizo falta el calor. Quizá lo mejor del viaje, fuimos nosotros mismos, porque el grupo que se creó fue el mejor abrigo para el corazón. GRACIAS.
Colegio Ntra. Sra. De la Merced (Tres Cantos), Esperanza Álvarez y Mara Cabrera