¡Ahora sí parece que esto va en serio! El nuevo mapa político de la nación, con un gobierno sostenido necesariamente desde el diálogo y a partir de difíciles equilibrios, puede dar como resultado el ansiado pacto educativo en el Estado, con una nueva Ley que goce de un apoyo social y político significativo. Un pacto que, en paralelo, puede venir acompañado de un acuerdo regional sobre cuestiones educativas más puntuales, pero que también pudiera suponer un acicate para introducir mejoras igualmente necesarias.
Respecto de estas últimas, ya nos hemos venido pronunciando en estas mismas páginas. Si bien el documento hasta ahora conocido adolece de cierta vaguedad e imprecisión, hay que reconocer que no deja de ser un impulso a un cambio a mejor, a una "transformación" en línea de obtención de nuevos recursos apoyados hasta la fecha por una cualificada mayoría de la comunidad educativa, tal y como ha quedado demostrado por el apoyo significativo ofrecido por el Consejo Escolar de Madrid. Sin duda, las próximas semanas serán decisivas, para comprobar en qué medida los objetivos y líneas de actuación adquieren mayor consistencia y precisión y, sobre todo, para conocer la dotación económica de la que vendrán acompañados.
Y con relación al primero (pacto educativo de Estado), sencillamente constatar que nos jugamos mucho. Nos jugamos una coexistencia pacífica, en la que la educación prescinde de apellidos, sumando y no restando, para remar indistintamente en la línea de calidad y modernidad que nos pide la sociedad.
Insistimos: el pacto escolar no se puede entender desde la resta, sino desde la suma de todos. Un pacto en el que comencemos y concluyamos reconociéndonos todos como imprescindibles, para garantizar un sistema educativo plural, libre, cualificado y equitativo. Un pacto de todos y para todos. Lo contrario sería hacernos trampas en el solitario...
Emilio Díaz
Responsable de Comunicación y Relaciones Institucionales de ECM