Claro que si no se hubiera dado competencia por aquí, competencia por allá y “no me mires, no me mires, déjalo ya”, los unos y los otros, porque en este caso tan malo ha sido enero como febrero, pues no estaríamos en estas, pero se optó por maquillar a la bestia, una bestia de complejos y rencores de otra época, y cuarenta años después, la bestia se oculta tras un millón de capas de “libertad de expresión” que si te fijas bien… ¡buh! (ah, haber elegido tuto). El problema no es el disfraz, sino la fiesta que tienen montada en la cabeza quienes viven su Matrix, mientras el resto los vemos vagar por un campo de minas desolador, desconcertante, desgarrado y otros ´des´ que solo te da ganas de indicarles la salida. ¡Escolti!
Yo ayer me preguntaba: “¿Cómo se hace a un español, no español?”, en un intento por concretar el problema, que por mucho contenido mediático que rellene, no es la ilegalidad del referéndum, ni la aplicación del Artículo 155, ni la actuación de las fuerzas y cuerpos de seguridad, que como maraña infinita frenan el debate de verdad: ¿Por qué un español quiere dejar de serlo? ¿Por qué un español no se siente español?