Que ayer Nadal, después de perder en el Masters de Roma, dejara entrever, por primera vez, un atisbo de retirada es, por supuesto, una malísima noticia para el tenis, pero es aún peor para la sociedad y del mismo modo que se advierte de las crisis económicas o del calentamiento global, debería de prepararse al ciudadano para afrontar una realidad que le afecta directamente. Y no se trata de no ganar trofeos, sino de perder ilusión, sentido de sacrifio y humanidad.