Desde marzo del 2020, el profesorado ha ido acumulando estrés debido a las nuevas clases telemáticas y a la incertidumbre que ha conllevado la reapertura de los centros educativos en medio de una pandemia.
Hoy es el Día Mundial de los Docentes establecido por la UNESCO y Google lo sabe... El resto seguramente no, porque entre otras cosas en España lo celebramos el 27 de noviembre en honor de San José de Calasanz, pero no podemos dejar escapar ninguna excusa para reconocer, agradecer y defender a los profesores, también la UNESCO mediante.
Seguramente, si mi madre no fuese profesora de Primaria en un colegio, no admiraría tanto su profesión. El profesor no es un trabajador cualquiera, en todo caso, es un extraterrestre cualquiera, pues se acostumbra a un ruido que a todo ser humano volvería loco; entiende letras ilegibles; explica los diez mil porqués sin sentido que le preguntan; y repite y repite y mientras se da cuenta de si fulanito entretiene al de al lado, menganito está en Babia, o el de más allá es más listo que el hambre. Y de aquí para allá, entre clase y clase, entre más fulanitos, más ruido, materias completamente diferentes, “niño siéntate”, acusicas, quejicas, exámenes por corregir, ¡¡silencio!! y encima, sé creativo, innovador, divertido, sonriente, genial… Pero sí, misteriosamente aman su profesión...