Desde hace muchos años he sentido gran curiosidad por la educación finlandesa, desde que obtuviera tan extraordinarios resultados en las pruebas PISA. Y desde que ECM empezó a organizar este viaje se despertó mi curiosidad y el deseo de abrir las alas y volar cerca del país de los renos y del sol de medianoche, para comprobar con mis propios ojos tantas maravillas al otro lado del espejo. Tras la experiencia no puedo más que agradecer a los organizadores el haber preparado visitas a tantas escuelas y el haber conseguido un clima de aprendizaje y alegría en el que se han desarrollado estos intensos cinco días en Helsinki.
Era el viaje perfecto para un colegio como San Gabriel, cuyos programas de Cultura de Paz y Artes son sus puntos fuertes, y que quiere seguir creciendo y aprendiendo.
¿Y, en definitiva, qué hemos descubierto en Finlandia? Pues a primera vista nos hemos visto deslumbrados por esas escuelas maravillosas, de espacios modernos, bien decorados, de diseño, donde todo funciona. Colegios situados en entornos naturales, de árboles gigantes y de colores intensos ahora en otoño; sin vallas, sin ruido…, a los que se va andando o en bicicleta… Amplios espacios acristalados, aulas de música que parecen tiendas de instrumentos bien alineados, talleres de madera profesionales, impresoras 3D, cocinas equipadas mejor que las de casa... y ¡siempre nuevas…! Lugares por donde los niños caminan descalzos y algunos llegan a saludarte: “¡Hola!”, “¡Hola!”, “Real Madrid”…
Pero a medida que visitamos los colegios Raastalan Koulo, Helsinigin Normalalilyseo, Saunalahden koulu, Pääskytien Koulo y Vuniityn peruskoulu y escuchamos a sus directivos y a su profesorado; y tras la acogida en el Ayuntamiento de Porvoo, donde nos presentan sus programas sociales y servicios culturales, de ocio y de aprendizaje para toda la vida, vamos comprendiendo que no se trata solo de que Finlandia tenga un sistema educativo envidiable. Se trata de que ha construido una sociedad donde el objetivo último es el bienestar de la comunidad, de todos y cada uno de los individuos, sean quienes sean y como sean: el logro solo es completo si lo alcanzan TODOS.
Cada persona en su lugar persigue esta meta y está comprometida con este fin: los responsables de los municipios, los docentes, las familias… Saben que, con sus impuestos, colocados para el bienestar con absoluta transparencia, conseguirán unos servicios de primera necesidad y una educación de calidad, que no solo se encuentra en el colegio, sino en los lugares de ocio en entornos seguros: en las bibliotecas, en las extraescolares, en las escuelas de pintura, danza, música o deporte.
La sociedad finlandesa no solo cuida su educación, sino que va más allá.
¿Es realmente el País de las Maravillas?
Juzga por ti mismo o por ti misma:
• Es una educación obligatoria hasta los 18 años; gratuita (libros, comida, enfermería, psicólogos, extraescolares…).
• La escuela es una prolongación de la casa, donde se respetan los ritmos de los niños y niñas, y se basa en la libertad y la confianza
• El profesorado tiene una formación muy elevada, y ejerce su trabajo con total libertad; se les concede un alto, y merecido, prestigio social, y puede llevar una buena vida. Está altamente comprometido con su trabajo y con TODOS sus estudiantes, para los cuales prepara muy bien sus clases.
• Los principios pedagógicos del sistema finlandés se orientan a cómo aprende el niño y no a cómo se enseña: innovación, aprender haciendo, situaciones de la vida (problemas, proyectos, situaciones de aprendizaje…), digitalización y lectura.
• Los niveles académicos no son una prioridad en los pequeños porque aprenden otras cosas, no para ser virtuosos, sino para enriquecer su vida: a tocar instrumentos, a cocinar y a administrar la casa, a hacer su ropa y sus muebles, a cuidar sus bosques…
• No existe el concepto de “fracaso escolar”: se escandalizan al pronunciarlo. Se busca siempre la mejor manera de que cada individuo encuentre un camino de desarrollo. Aquí vuelcan todos sus esfuerzos: se detectan los problemas y se encauza una solución, cueste lo que cueste.
• La atención a la diversidad cuenta con un número elevado de especialistas -con una mayor formación- para atender a cada uno según sus necesidades, estudiando cada situación individualmente. La sociedad finlandesa no se resigna, se despoja para no permitir que ninguno abandone, que ninguno deje de encontrar su camino.
• Existen “programas de acogida de inmigrantes” de un año de duración para intensificar el aprendizaje del idioma.
Sin embargo, si no tuvieran problemas, no tendríamos nada que aprender. Y sí. Hemos visto niños y niñas que juegan solos, que no quieren ir al colegio (25 de 600), que sufren de soledad, que tientan la indisciplina y que se rebelan (¡faltaría más!). Pero esta sociedad, que mira el bien común, se ha dado cuenta de que deben buscar herramientas para paliar esa soledad, de que deben trabajar las habilidades sociales, la empatía, y combatir el bullyng. Por eso desarrolla su programa KIVA CO, amplía el número de personas dedicadas a la educación tras la pandemia o impulsa el trabajo cooperativo, o…
En España tenemos muchísimos maestros y maestras con un compromiso tan grande y con un amor por su trabajo igual o mayor de los que hemos visto en Finlandia. La alegría de nuestros colegios es algo que buscan entre la nieve y la niebla en Helsinki. Pero también es cierto que la educación no es tarea de un cazador solitario.
Con algunos de estos docentes de colegios católicos hemos viajado estos días de octubre y hemos compartido ilusión y risas. Y aunque no podamos trasladar un sistema o una sociedad, llevamos nuestra maleta llena de algo más que de Moomins, que haremos florecer.
Begoña González, Colegio San Gabriel