Finalizó el sorprendente episodio de la amenaza de supresión del concierto educativo del que disfrutaban los “once irreductibles”, es decir, los centros de FP de Grado Superior que recuperaron su concierto por sentencia del Tribunal Supremo. Como ya dijimos, sólo cabe felicitarnos por ello y agradecer a la Consejería de Educación que pusiera los elementos para posibilitar ese feliz desenlace.
Es momento para la congratulación, pero ello no puede bajar la guardia de nuestra histórica reivindicación de extensión de los conciertos a los restantes centros de FP que los perdieron en su día, y de generalización de los mismos a las enseñanzas de bachillerato.
El concierto educativo bebe de principios constitucionales; se articula mediante una ley orgánica y persigue la gratuidad y, con ella, la libertad real de elección de las familias. Por ello, las ayudas individuales o cheques escolares, siendo de agradecer, no suplen en absoluto dicha figura. Siendo de agradecer el esfuerzo de las convocatorias de estas becas, cuyo presupuesto ha crecido exponencialmente, no podemos dejarnos llevar por la idea de que estas últimas suplan al concierto como figura definitiva y satisfactoria. No nos cansaremos de repetir que otras Comunidades como País Vasco, Navarra, Baleares, Comunidad Valenciana o Murcia, han tomado esta determinación que ha permitido que cualquier familia opte por un bachillerato o formación profesional de iniciativa social. Porque, mientras no se invente otra cosa, los conciertos son la fórmula de la que cabe predicar eso de “más vale bueno conocido”. ¡Pues eso!
Emilio Díaz
Responsable de Comunicación y Relaciones Institucionales de ECM