Resulta muy difícil reflexionar con sobriedad y prudencia acerca de cualquier tema, bajo el impacto emocional de la lectura de una carta de despedida escrita por un niño de doce años, cuyo contenido y expresiones nos ha roto el alma... Y resulta muy difícil hacerlo ante una tragedia como la que, hace ya más de tres meses, sacudió a su familia, a sus amigos, y a su entorno social y colegial.