El nuevo decreto de Convivencia de la Comunidad de Madrid nos ofrece una espléndida oportunidad para “poner la casa patas arriba” y crear en nuestros centros un plan de convivencia resultado de la colaboración entre alumnado, docentes y familias. Necesitamos, a estas alturas, una herramienta que regule la vida del colegio y que, más allá de la vigilancia, las sanciones y los castigos, sea capaz de transformar la manera de relacionarnos en sociedad y de servir como alternativa a los modelos de determinados medios de comunicación, videojuegos, diversas formas de ocio, redes sociales...
Sin perder de vista el contexto en el que nos encontramos, deberíamos respondernos a estas preguntas: ¿qué modelo de convivencia ha de ser el adecuado en un centro católico?, ¿nos conformamos con “ser tibios” a este respecto?, ¿es suficiente con elaborar un documento que cumpla los requisitos burocráticos para guardarlo en un cajón o en una nube digital de manera que nadie lo tenga como referente? ¿Por dónde empezar? ¿Qué nos asusta?
Muchos de nosotros seguimos creyendo, como cuando nos decidimos a seguir el camino de la educación, que la escuela ofrece la posibilidad de cambiar el mundo. Está en nuestra mano crear un modelo de convivencia donde se valoren las emociones, los sentimientos, la reflexión sobre lo que sentimos cuando interactuamos con otros, el impacto que tiene sobre otra persona mi conducta o la forma de restaurar el daño si este se produce. Nuestro objetivo ha de ser el más alto: construir en la escuela relaciones de tolerancia, libertad, acogida, respeto por los derechos humanos; construir una escuela donde los estudiantes se sientan seguros y confiados en un ambiente que propicie su aprendizaje. Siempre desde la prevención y la responsabilidad.
Hace ya muchos años cuando empezamos a oír hablar de nuevos modelos de gestión de la convivencia no dudamos en embarcarnos en lo que en ese momento nos parecía lo más transformador que estaba sucediendo en las aulas: nuestro equipo de mediación. El viaje se convirtió en una verdadera odisea en la que irrumpieron las sirenas, los lestrigones y los cíclopes; pero seguimos adelante, animados por nuestro propio entusiasmo y el que se generaba entre el alumnado y las familias participantes. Hemos desarrollado muchas iniciativas (unas aprendidas y otras genuinas) porque cuando el trabajo es creativo las posibilidades se multiplican y hemos confiado en los logros que poco a poco hemos ido consiguiendo.
Durante el curso 2019-2020, tuvimos la suerte de participar en el grupo de trabajo impulsado por Escuelas Católicas, de la mano de Elia y Beatriz: “Construimos Convivencia”. Esto nos ha permitido profundizar en nuestro propio modelo y enriquecernos con el recorrido que han seguido otros colegios católicos. Pudimos comprobar que compartíamos algunas propuestas, pero también aportamos otras originales como nuestro proyecto de Radio San Gabriel y el programa de meditación Mindkinder.
Como equipo directivo decidimos incorporarnos al itinerario formativo del programa. ¿Por qué?, ¿qué necesidad teníamos de ello, puesto que ya desarrollamos en nuestro colegio un plan que fomenta la educación emocional y la cultura de paz? ¿Qué podía aportarnos?
Hablando desde mi experiencia, este curso puede permitir tener una visión global de lo que este trabajo representa y tomar conciencia de que es un proyecto que atraviesa medularmente el proyecto educativo del centro. También me ha hecho consciente de la importancia de que TODO EL EQUIPO DIRECTIVO posea esta visión y que no solo tiene que apoyar sino liderar todas las iniciativas. Pero, además, me ha aportado un plan de trabajo, una hoja de ruta que da coherencia a todo lo que sucede y que se nutre de todas las aportaciones de los centros que participan.
Seguramente la mayoría de vuestros colegios pone ya en marcha actividades vinculadas a mejorar la convivencia, pero juntos podemos más y nos facilitamos el trabajo porque compartimos experiencias de éxito y fracaso y, sobre todo, compartimos la ilusión y el entusiasmo de equipos que crean y crecen juntos con una meta tan elevada como es crear entre nuestro alumnado la CULTURA DE PAZ.
Begoña González
Directora del Colegio San Gabriel