Escuelas Católicas de Madrid

¡Alexa! pon algo de música que me guste…

¡Alexa! pon algo de música que me guste…

Einstein, el físico descomunal que retorció nuestra comprensión del mundo, hasta darle literalmente la vuelta, dijo: “En toda mi vida no habré tenido más de una o dos ideas originales”. Después o antes, llegaron los señores jubilados que toman café en el bar de la esquina corroborando la teoría con su “pero si está todo inventao”. Y durante, el resto de individuos: amén. Nunca ha sido fácil ser original. La mala noticia es que hoy es imposible.

O casi, porque “la esperanza es lo último que se pierde”; aunque esto me lo digo yo, en un salón del Casino de Madrid, rodeada de directores de Colegios BEDA que celebran el Director´s Day, ante la devastadora charla de Jesús Alcoba, optimistamente titulada “Ideación disruptiva: donde la vanguardia nace”; solo que no nace tampoco, y es que “tiene más razón que un santo…” ¿Pero cómo va a nacer? Nos llega continuamente información que avala lo que pensamos (sesgo de confirmación, se llama). Las noticias, la publicidad, las sugerencias (qué gracia me hacen las sugerencias) nos proponen justo lo que queremos, corroboran justo lo que pensamos y nos convierten justo en los idiotas que somos. Idiotas que se enfadan con los que están al otro lado del “justo”, porque no saben discutir, ni ceder, ni empatizar, ni mucho menos salir de su burbuja de filtros personalizadísimos que conocen sus preferencias mejor que su madre. Y así de contentos y de cuidados por “mamá 3.0” vamos programándonos en esa idiotez que no tiene la necesidad de cambiar nada.

Por cierto, en este punto de la charla empiezo a sospechar de que Alcoba sea una “preferencia” más, pues no disrupto (se entiende) ¡en nada! y creo que ninguno de los que me rodean tampoco… Así que, para escapar de la paradoja, me agarro al “doble negación es afirmación” como “un clavo ardiendo”; y me prometo quitarme las malvadas sugerencias de Twitter, Facebook, Youtube, Instagram, Yahoo, Gmail, Google, Siri, en el móvil y en los dos ordenadores (trabajo y casa)… “Un auténtico trabajo de chinos” que solo me permiten hacer a medias, porque es literalmente imposible huir del big data y de la madre que lo parió (que, por cierto, es la misma de antes).

Madre mía (la buena)…, pienso: vamos a terminar como los egipcios a quienes no les iba mal con sus pirámides y sus jeroglíficos, pero que hicieron lo mismo miles y miles de años, porque, como me explicaba mi amigo y filósofo José Antonio Zazo, no podían innovar ya que estaban sometidos a un estado dogmático que se lo impedía. Pues igualitos; con la única diferencia de que, como leí en una de las frases de los pasos de cebra, “hoy es la jaula la que está dentro del pájaro…”

“¡Graciela! -desde otro salón, el de mi casa- ¿echamos un vistazo a lo último que nos propone Netflix?” Vale, pero antes, tengo que liberarme de una idea aterradora… ¡Alexa! pon algo de música que me guste…

Graciela Oyarzabal
Departamento de Comunicación

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