Nuestro Madrid, tremendo, poderoso y vasto, tan a salvo, tan protegido por su manto de asfalto que por más que asome la cabeza para verse mejor no hay extremo climatológico que no burle con chulería, ¡pum!, como si se hubiera colado en la canción de Silvio Rodríguez, se ha borrado de pronto por un disparo de nieve y debajo, ¡cuidado rama! debajo, los madrileños pico y pala entendiendo que eso de estar tan pegados al cielo algún riesgo tenía que tener…