Lunes, 12 de septiembre, capilla de la casa provincial de las religiosas de Jesús - María, en la madrileña calle de Juan Bravo. Funeral por el eterno descanso de la hermana Isabel Solá, religiosa de esa congregación, asesinada recientemente en Haití, donde residía desarrollando una imponente labor allá donde pocos quieren ir y donde menos quieren estar... Allí en tierra habitada por desheredados, rodeada de miserias materiales y, supongo, también humanas, donde sin embargo es más fácil encontrarse, sentir y vivir la experiencia plena de Dios.
Poco que ver, la verdad, aquellas tierras y vivencias con las que, en este momento, me rodean y acogen. Barrio de Salamanca, capilla de estilo neoclásico con columnas salomónicas, y cientos de personas que, con recogimiento y profundo respeto, participan en la eucaristía presidida por nuestro Obispo, Monseñor Osoro. En fin, que cualquiera diría que Isa no tenía conexión con la realidad vivida con plenitud por su congregación que, simultáneamente a su labor misionera en el fin del mundo, desarrolla otra en este Madrid, que quién sabe si no es también otro fin del mundo.
Efectivamente, cualquiera que no conozca ni lo más mínimo de la realidad de una congregación como Jesús - María, que no conozca la realidad de cualquier congregación o institución de Iglesia, podría llegar a esta errada conclusión... Podría suponer que, en una misma entidad, la misión distingue entre el primer mundo, el segundo, el tercero... y el último de los mundos, si se trata de poner calificativos entre unos y otros. ¡Y no es verdad! ¡No es verdad en absoluto!
Las religiosas y religiosos, los consagrados, los voluntarios.., trabajan con denuedo en una evangelización que, cada día que pasa, entiende menos de fronteras, de mundos clasificados con ordinales para acreditar mayores o menores necesidades de acompañamiento, de alimento espiritual, de referencias...
Las religiosas de Jesús -María, y tantas otras y otros, se juegan la vida en cualquiera de los múltiples sentidos de la palabra, por darse a sí mismos, por alimentar espiritualmente, por sanar almas pero también cuerpos, como hacía Isa... Esta noche, en cada rostro de las religiosas que integran la comunidad de Juan Bravo, entreveía misioneras deseosas de dejarse el alma y, si fuera el caso, la salud, en Asia, América, África... Pero apreciaba también miradas satisfechas con su labor en este mundo más "acomodado" materialmente, pero con tantos o más desheredados espirituales que en otros rincones recónditos del planeta... Una labor "aquí" imprescindible para la que se desarrolla "allí"...
Y es que aquí y allá, la esencia de la misión evangelizadora es la misma. Porque también Isa, antes de emprender su misión con enfermos de SIDA en Valencia, o de involucrarse en Guinea o Haití, correteó como alumna por los pasillos de un importante colegio de Jesús - María en Barcelona.
Porque aquí y allá, la misión evangelizadora en esencia, es la misma. Es misión... ¡Siempre!
Emilio Díaz
Responsable de Comunicación y Relaciones Institucionales
