Hace nueve años tomé la decisión profesional y personal de cambiar de vida. Me dedicaba al periodismo y opté por apostar por la enseñanza, a causa de mi interés en la divulgación de la Historia, una materia que siempre me había encantado. Estudié el Grado y el año pasado cursé el Máster de Formación del Profesorado. Después de 16 años dedicándome a una profesión que dominaba, en la que tenía un prestigio y unas buenas condiciones laborales, decidí salir de mi zona de confort para cambiar a un sector nuevo con una organización y una idiosincrasia radicalmente distintos.
La búsqueda de un nuevo empleo siempre es un proceso complicado. La incertidumbre ante la toma de las primeras decisiones, la responsabilidad de hacer una buena labor y mantener unas condiciones adecuadas en lo profesional y lo personal, y, en mi caso, el desconocimiento del nuevo sector, siempre son escollos complicados de superar.
Durante mi vida laboral he trabajado en montones de sitios y en distintos sectores. He buscado trabajo a 'puerta fría', en empresas de empleo temporal, mediante mi red de contactos, y a través de bolsas laborales públicas y privadas. Considero que estas últimas son un engranaje clave para garantizar una convergencia laboral más sencilla para la empresa y el trabajador.
En el caso de la Bolsa de Empleo de Escuelas Católicas de Madrid, creo que ha dado dos positivas vueltas de tuerca a este concepto. Su plataforma va al grano con las necesidades del candidato y de los centros escolares, desde un punto de vista integral. Es decir, no se centra exclusivamente en el envío del currículum y de impersonales cartas de actitud. Pide argumentos, detalles que faciliten vislumbrar cuál es la motivación, la competencia y los principios de cada solicitante.
A ello hay que añadir el sistema de entrevistas personales. Se trata de una herramienta de optimización de la empleabilidad del candidato y una adecuada criba que ahorra a los centros dolores de cabeza en los procesos de selección. En mi experiencia personal en dicha entrevista, los técnicos de Escuelas Católicas de Madrid me explicaron cómo mejorar mi currículum, cuáles son las necesidades que está demandando el mercado, a qué podía optar y a qué no... Pero, además, escucharon mi historia. No solo les valía que quisiera entrar en el mundo educativo, sino que preguntaron el por qué de ese interés. Es decir, valoraron mi situación para poder explicar luego a los centros que necesitasen personal por qué podía ser un candidato adecuado. Es decir, me estimaron como persona y no solo como fuerza de trabajo. Esa filosofía de trabajo no solo es una ventaja para el solicitante, sino que, por extensión, acota mejor los intereses de cada centro en su proceso de selección.
En resumen, se trata de un sistema que humaniza la búsqueda de empleo y pone en valor a los candidatos como potenciales miembros carismáticos de una comunidad educativa. Eso en un sector laboral en el que, cada vez más, se pide, no solo el conocimiento técnico necesario, sino el compromiso imprescindible con una forma de entender el mundo y la educación.
El final de la historia es que me han llamado varias veces en los últimos meses de los colegios de la red de Escuelas Católicas de Madrid para hacer sustituciones y hoy estoy trabajando como profesor de Geografía, Historia y Cultura Clásica. Un sueño que me han ayudado a cumplir porque me han escuchado, han confiado en mí y me han ayudado a encontrar el mejor camino para conseguirlo.
¡Muchas gracias!
Enrique Villalba Díez
Profesor titular en el Colegio 'Paraíso' Sagrados Corazones de Madrid