Mientras se cierra este post, el proceso de renovación de conciertos en la Comunidad de Madrid está en su punto candente. Cerca de 70 aulas se perderían en caso de que la resolución provisional prosperase (27 de las cuales corresponden a ECM), si bien es cierto que más de 180 nuevas podrían acceder al concierto. Es decir: un número de bajas apreciable, aunque superado por el número de altas.
Las renovaciones de conciertos, que hasta ahora se han venido produciendo cada cuatro años, son sin duda momentos especiales. Situaciones en las que se echan cuentas; en las que se intenta hacer prospección de alumnado y de oferta educativa; y situaciones en las que, en ocasiones, los responsables de gestionar estos procesos pueden verse seducidos por tentaciones planificadoras más cercanas a la ingeniería social que a velar por los verdaderos intereses de la gente. En nuestra región, y a pesar de los inquietantes criterios recogidos en la Orden que regula el procedimiento de acceso y renovación de conciertos, y sobre todo a pesar de su muy discutible establecimiento de ratios medias mínimas de alumnos por unidad, hay que reconocer que las cosas se están haciendo razonablemente bien. Tanto la Administración, las organizaciones de titulares, y por supuesto los propios centros, están colaborando para que la resolución definitiva de este trámite sea razonable y tenga en cuenta los distintos factores que inciden en la realidad de cada escuela, a saber: el número medio de alumnado por aula y sus circunstancias particulares; el nivel socioeconómico de las familias; las necesidades educativas especiales o específicas que el centro cubre; la evolución demográfica y de población de la zona, etc.
Ciertamente, es preocupante y muy triste que un número tan alto de aulas esté amenazado con la no renovación. Pero también es cierto que, en la mayoría de los casos, se advierte en ellas matrículas de alumnado deficitarias, que difícilmente pueden justificar el mantenimiento del concierto. En estos casos, es necesaria la evaluación sosegada de las situaciones concretas, y el diálogo con los centros afectados, de forma que se puedan adoptar las medidas más adecuadas para paliar los efectos organizativos, laborales y económicos de esas reducciones.
Por ahora, pues, podemos considerar que la renovación de conciertos madrileña se está llevando con paz social; una paz consecuencia en buena medida del amplio diálogo social promovido por el equipo de la Consejería de Educación, y en el que las organizaciones sociales y de titulares de centros están participando de forma generosa y responsable. Y es que, para ESCUELAS CATÓLICAS DE MADRID, el diálogo y la "paz social" siempre han sido prioridades... incluso en un tema tan delicado como la renovación de los conciertos educativos.
Emilio Díaz
Responsable de Comunicación y Relaciones Institucionales