¿Recuerdan las tres preguntas? ¡Sí, hombre! Hagan memoria... ¿Recuerdan al ínclito pensador lusitano, entrenador de fútbol en sus ratos libres, preguntándose acercan de no sé qué presuntas injusticias del mundo mundial para con él mismo?
Pues qué quieren que les diga... Salvando las distancias abismales entre lo que ese señor denunciaba y de lo que nosotros hablamos ahora, y salvando también que el interfecto en cuestión no es precisamente fruto de mi devoción, debo reconocer que mi estado de estupefacción y perplejidad es similar al que pretendía demostrar don José... Es decir: sorpresa incrédula e indignación contenida.
Verán, les explico: si ustedes leen la prensa, permanecen atentos a los medios, y conocen lo que determinados gobiernos, partidos u organizaciones sociales hacen y dicen de la escuela concertada, y más particularmente de los colegios católicos, no pueden por menos que experimentar perplejidad estupefacta. Pero si además, conocen los datos reales de lo que supone esta escuela, de lo que implica, de lo que aporta, de lo que se la quiere... En ese caso, esa sorpresa desconcertada de salpica de indignación, de estupefacción, de cab.... perdón, quería decir de enfado.
En plena convulsión política y educativa, con comunidades como la valenciana o la castellano-manchega haciendo de las suyas, quitando y poniendo a su antojo, pretendiendo reconducir la demanda social hacia donde esa demanda social (es decir la gente) no quiere ir; con anuncios electorales de aniquilación de todo un sector, pasando despóticamente por encima de los cientos de miles de personas afectadas por ello (padres y madres, alumnado, profesores...); con sombras de duda prefabricadas y extendidas desde ciertos agentes, medios y redes, sobre aspectos que no admiten cuestionamiento alguno y que los centros y las familias gestionan con transparencia (actividades y servicios...)... Pues en ese contexto, Escuelas Católicas ha hecho públicos los resultados de su encuesta sobre Demandas Educativas de los Padres en España.
Efectivamente, el miércoles 8 de junio, en una concurridísima rueda de prensa, los representantes de medios de comunicación y de instituciones diversas pudieron oír, una vez más, verdades de a puño que sólo se ponen en duda desde posturas preconcebidas, ideologizadas y corporativistas. Se compartieron y demostraron científicamente realidades, tales como que la escuela concertada católica refleja la pluralidad de la sociedad actual... que es una escuela social, cultural y laboralmente diversa; que es una escuela integradora e inclusiva, donde se apoya a las familias más vulnerables...; que responde a la exigencia de los padres de una escuela creativa; y por supuesto, que la sociedad valora la libertad de enseñanza y la libre elección de centro educativo, considerando la concertación un mecanismo esencial para ello (nada menos que un 90% piensa que el Estado debe financiar dicha elección)...
Es decir, queridos amigos: ¡Lo de siempre! la escuela concertada aporta pluralidad, en línea con la sociedad a la que sirve. Ofrece diversidad y flexibilidad. Garantiza calidad, porque la libertad, la pluralidad, la diversidad y la flexibilidad son factores indispensables para la calidad. Y por supuesto, lo hace desde la equidad, porque la escuela católica concertada nace y vive de esos principios, y porque al fin y al cabo, la libre elección independiente de las condiciones económicas de la familia es una pura expresión de equidad.
Entonces, si es libre, equitativa y cualificada... Si la quiere la gente, si la demanda... Si es plural... Si cientos de miles, millones de ciudadanos la apoyan y quieren y viven con ella... Entonces uno mira hacia Valencia o hacia Toledo, o hacia... Y se pregunta con cara perpleja, salpicada de indignación: POR QUÉ, POR QUÉ... ¿¿¿POR QUÉ???
Emilio Díaz
Responsable de Comunicación y Relaciones Institucionales