Hoy en día, tal es el auge que está adquiriendo la enseñanza bilingüe en nuestro país, con la consiguiente proliferación de centros que ofrecen de una manera u otra formación bilingüe, por medio de una oferta de asignaturas impartidas en una lengua extranjera, que parece del todo natural, y casi obligatorio, matricular a nuestros hijos en uno de estos centros.
La tendencia hacia este tipo de enseñanza es tan marcada entre determinados sectores de padres y madres que, en algunos casos, se podría decir que se produce por inercia sin que se llegue a una reflexión sosegada sobre los beneficios, que son muchos, pero también sobre todos los retos que conlleva esta decisión. Al mismo tiempo, están surgiendo voces de padres y madres, y también de expertos, que alertan sobre la necesidad de valorar correctamente las implicaciones que supone matricular a los hijos en un centro bilingüe.
En general, de todas formas, expertos de todo el mundo y en contextos muy diferentes aconsejan este tipo de enseñanza. Pero, ¿cuáles son estas razones? De forma resumida, habría que decir, para empezar, que los beneficios que se derivan de la enseñanza bilingüe están plenamente constatados por la literatura científica en numerosos lugares del mundo y también lo están los que se derivan del modelo de bilingüismo que se suele implantar en Europa, que a su vez procede de los modelos de inmersión canadiense.
Estos beneficios suelen integrarse en dos grandes bloques, el social y el cognitivo. Desde el punto de vista social, el bilingüismo educativo promueve un desarrollo de la lengua extranjera utilizado en la instrucción que, en última instancia, logra que el alumnado se encuentre mejor equipado para enfrentarse a las demandas profesionales que le ofrece un mundo más globalizado. Pero, al mismo tiempo, este tipo de programas refuerza la adquisición de competencias multiculturales y de comprensión de otras identidades, un conocimiento también de gran utilidad en el mundo actual. En lo que se refiere a la dimensión cognitiva, la educación bilingüe refuerza la creatividad de los niños y niñas al ofrecerle la posibilidad de verbalizar y comprender el mundo que les rodea de forma diferente, a la par que ayuda a desarrollar una conciencia interlingüística, a través de la atención a usos y formas del lenguaje en dos lenguas distintas. El alumnado en educación bilingüe demuestra una capacidad más rápida para seleccionar los contenidos importantes, mejora la capacidad de creación de hipótesis y para el análisis y se muestra un punto más avanzado en su capacidad para la síntesis.
Esto es lo que nos dicen los expertos, pero también existen numerosas voces procedentes del profesorado que animan a escoger ese tipo de enseñanza por lo que supone de cambio en la metodología y la propia organización de la enseñanza. Los niños y niñas, cuanto más en edades tempranas, se ven atraídos por una enseñanza diferente, más participativa y que incide en la manipulación del lenguaje a través de la realización de tareas más interesantes. En el caso del alumnado con más edad, la estimulación del interés, los beneficios de corte instrumental que genera un uso permanente de la lengua extranjera, el trabajo por proyectos y, sobre todo, la percepción de la aplicabilidad inmediata de su aprendizaje en esa lengua, todo ello genera una sinergia positiva que retroalimenta de forma directa el proceso de aprendizaje.
Equipo BEDA-ECM